
Deane Simpson – Adaptar el entorno construido a las necesidades de las personas mayores
Creado el 18.10.2018
El aumento de las personas mayores y la aparición de los “viejos-jóvenes”
Alrededor de 1950 comenzó a ser evidente que estaba sucediendo algo totalmente insólito. El porcentaje de personas mayores estaba aumentando. Los avances en medicina y el auge económico de la posguerra se tradujeron en un incremento de la esperanza de vida a niveles nunca antes vistos.
Muchas de estas personas mayores también tenían el tiempo, los medios y el deseo de plantearse qué significaba envejecer. En 1954, Youngtown (!), Arizona, se convirtió en la primera comunidad exclusivamente para jubilados en los EE. UU. En 1960 se inauguró Sun City, una comunidad con casas, un centro comercial, un centro recreativo y un campo de golf construida en los terrenos de un antiguo pueblo fantasma. Mucha gente mayor no se sentía tan vieja después de todo, y los “viejos jóvenes” no querían quedarse de brazos cruzados.
El impacto de una mayor longevidad
Según Deane Simpson: «Esta tercera edad se ha liberado de las responsabilidades de la edad adulta y la infancia: trabajo, cuidado de los niños, socialización y educación. Por otro lado, no está sometida a las limitaciones mentales y físicas de la etapa final de la vida».
El desafío está en que no existe una hoja de ruta clara para este grupo de personas. «Una de las implicaciones más importantes de este nuevo grupo social es la falta de precedentes y protocolos que expliquen cómo, dónde y con quién vivir».
En consecuencia, los viejos-jóvenes (especialmente) tienen que averiguarlo por sí mismos. «Esto convierte a este grupo en un laboratorio demográfico de experimentación de nuevas formas de subjetividad, nuevas formas de colectividad y nuevas formas de entornos urbanos y arquitectónicos».
Experimentos en la búsqueda de una comunidad
Los mayores de hoy están explorando nuevos terrenos. Algunos abandonan el lugar en el que han vivido y se van a otro sitio. Uno de los motivos que les “empujan” a irse es «la sensación de que la casa, el barrio o ambos no son adecuados para alguien de edad avanzada». Por ejemplo, «una zona residencial escasamente poblada en la que el principal medio de transporte es el coche plantea muchos problemas cuando alguien no puede conducir».

Muchos se sienten atraídos por lugares que ofrecen «buen tiempo, seguridad, vida social y actividades, acceso fácil a atención médica y un entorno en el que la edad no esté estigmatizada y que les permita reinventarse mediante actividades de ocio». Pero donde quiera vayan, todos parecen estar buscando una comunidad en la que sentirse como en casa.
Deane Simpson ha investigado muchas de las nuevas comunidades en las que los mayores intentan desarrollar esta sensación de pertenencia. Se muestra crítico con quienes, como en el caso de «The Villages» en Florida, deliberadamente crean y comercializan una ciudad privada que segrega a las personas por su edad, reforzando así la negación de la última etapa de la vida.
Implicaciones para la arquitectura y la planificación urbana
Hasta los experimentos como el de «The Villages» pueden ser pasos necesarios mientras las personas y la sociedad buscan nuevas soluciones. Pero la mayoría de la gente no quiere buscar mucho. Según la AARP en EE. UU., el «87 % de los adultos mayores de 65 años desea envejecer en su hogar y comunidad actuales». Tan difícil es conseguirlo?
“Envejecer en comunidad… podría ser un intento de conservar las redes o las conexiones sociales dentro de una comunidad y de proporcionar casas más apropiadas que mantengan la comunidad y superen las limitaciones» de vecindarios poco poblados o de viviendas de varios pisos sin ascensor.
«Es un salto cualitativo que la sociedad apoye el deseo de las personas mayores de permanecer en sus hogares. Pero llevarlo a la práctica puede ser complicado». Es necesario replantear los planes y las estructuras existentes “por ejemplo, para mejorar la movilidad y la accesibilidad, así como el aspecto más amplio de cómo atender a estos diferentes grupos de edad y necesidades de manera más diferenciada y específica».
Las ciudades también están experimentando
Dado que el envejecimiento de la población está aumentando en todo el mundo, muchas ciudades ya están trabajando en los retos que plantea «envejecer en el hogar». Por ejemplo:
- Vancouver ha apostado por las viviendas accesorias en sus zonas residenciales «como una forma de densificar los entonos poco poblados y diversificar el parque de viviendas con casas que sean más apropiadas para las personas mayores».
- Barcelona ha «desarrollado infraestructuras sociales alrededor de centros culturales y comunitarios pequeños que atiendan las necesidades de una población de personas mayores más agrupada», por ejemplo con las supermanzanas.
- Copenhague está probando a «fusionar centros de atención para personas mayores con otros destinados a otros grupos de edad, como guarderías, colegios o cafeterías, para evitar la tendencia a aislar o segregar a la tercera edad».
- Ámsterdam «brinda a los estudiantes la posibilidad de vivir en comunidades o residencias de ancianos para ofrecer atención y compañía a cambio de alojamiento económico».
- Y en Nueva York, el estudio de arquitectura Interboro ha estado documentando las viviendas públicas NORCs (Naturally Occurring Retirement Communities o comunidades de retiro espontáneas) para comprender mejor «la rica vida urbana que sustenta el espacio en torno a estas comunidades». La idea es buscar la manera de promoverlas en las grandes ciudades. Porque las NORCs cubren muchas de las necesidades que tienen las personas mayores para sentirse como en casa.

La tecnología ayuda a los mayores a mantenerse conectados
La tecnología puede ayudar a las personas de edad a mantenerse en contacto con sus comunidades. Los carritos de golf eléctricos son una opción de transporte sencilla en muchas comunidades que gozan de un clima cálido, y los sistemas de comunicación por satélite permiten a los mayores que viven en caravanas mantener comunidades virtuales o espontáneas mientras viajan.
Otro ejemplo es el uso de visores de RM (realidad mixta) para integrar más fácilmente soluciones de movilidad en los hogares existentes. Empleando la tecnología HoloLens de Microsoft, thyssenkrupp Elevator ha colaborado con Zhülke para desarrollar HoloLinc, una solución con la que aquellas personas que necesitan una silla salvaescaleras pueden visualizarla de manera sencilla.
El sistema basado en el Internet de las cosas no solo permite «ver» la silla en la escalera real, sino también personalizar el diseño para asegurarse de que el producto final se adapta a sus hogares. La producción comienza automáticamente una vez que se ha tomado una decisión, con lo que el delicado proceso emocional de encargar e instalar un salvaescaleras pasa de meses a días.

Los nuevos tiempos abren nuevas posibilidades
Conforme aumenta la esperanza de vida, también va ganando peso el papel de las personas mayores en la estructura y el diseño de las ciudades y la sociedad. Hoy por hoy, los viejos-jóvenes y las ciudades de todo el mundo ya están experimentando activamente cómo hacerlo. Estos experimentos individuales y en comunidad proporcionan a los investigadores como Deane Simpson abundante material para examinar y evaluar.
Esta investigación, unida a nuevas tecnologías como HoloLinc, dará lugar con el tiempo a un mapa detallado para desarrollar los edificios accesibles y las ciudades inclusivas del mañana. El objetivo es crear comunidades en las que todo el mundo se sienta a gusto.